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Requiem para Cronemberg

Les dejo una composición del año 2000, inspirada en varias cosas que no vienen al caso, salvo una que si: Cronemberg. No el Cronemberg de la novela, sino el del cuento que se encuentra en el post anterior.

Rebautizado «Requiem para Cronemberg», para piano, violin y violoncello:

Y si alguien las quiere ver, les dejo las partituras:

NOTA: Originalmente fue grabado en guitarra y efectos. Luego, con mis humildes conocimientos en partitura pude transcribirlo y arreglarlo. Cualquier comentario y/o sugerencia es bienvenido.

 

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Cronemberg

El cuerpo de Cronemberg yacía al costado izquierdo de su cama, mas a Cronemberg se le antojó un movimiento. Nada lo incapacitaba, salvo su propia voluntad de permanecer muerto. Es así como, vencido por sí mismo, permaneció en perfecta quietud. En su habitación predominaban los tonos marrones. De muebles antiguos y espejos con bordes mohosos, la habitación contaba con una puerta de madera por la cuál salía quien entraba. Del centro del techo, a seis metros de altura, colgaba una araña de cien luces. Sólo tres permanecían encendidas durante un tiempo considerable. Eran estas luces, quizás, las causantes del tinte sepia que bañaba la habitación; o tal vez lo era ese endemoniado ropero en el que incidían las luces devolviendo, debido a su enchapado en carey, el color antes mencionado. Dentro del ropero convivían los trajes grises, zapatos oscuros, corbatas al tono, y camisas mal dobladas. Las sábanas se encontraban en una cómoda, al costado. Sobre la cómoda había una bandeja con manijas, plateada, en la cual reposaba un botellón de oporto y una copa para escocés; en la que se bebía el oporto. En otra de las paredes estaba la cama a medio uso. En esa cama deshecha, las sábanas y el cubrecama se disolvían hacia el costado izquierdo, llegando casi a tocar el piso de madera. Sobre la cama, colgaba de la pared un marco dorado con la foto de otro marco en su interior. El marco del interior, de madera repujada, contenía una foto de la habitación tomada desde la puerta. Los cuadros de las paredes restantes eran reproducciones de pinturas renacentistas.

Cronemberg sabía todo esto de memoria, mientras se mantenía quieto.

NOTA: Cuento que formó parte de la novela corta «La vida de Cronemberg», escrita en colaboración con Alejo Roze. Gratos recuerdos trae la hechura de aquel experimento, escrito a distancia, con muchas ínfulas adolescentes y procesos creativos que nunca volvieron a repetirse. Un saludo Roze!


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